Otro becario fue a
buscarla tras salir del jardín. Se encontraba en un gran pasadizo lleno de
puertas blancas con números dorados, aquello parecía un gran hotel de lujo.
El suelo tenía una
alfombra de colores vivos, cada dos puertas había una mesita con una pequeña lámpara
que iluminaba lo justo y necesario con luz blanca. En la pared podían
disfrutarse preciosos cuadros de paisajes que nunca había visto con marcos de
madera, algunos sencillos y otros lujosos.
El becario esperó al lado
de la salida a que ella diera un paso al frente en aquel pasadizo, tras hacerlo
se colocó a su lado como si de una madre se tratara. Ella esperó unos segundos
a recibir alguna clase de instrucción que nunca llegó, el becario tampoco
parecía dispuesto a hablar, así que empezó a andar para ir viendo, al menos,
todos aquellos cuadros. Hasta que uno le llamó más la atención que los
anteriores.
-Qué extraño este
paisaje. ¿Esas espirales que son?
-Árboles, por supuesto.
Del planeta Leoroz, del universo Cuarto. Se trata de unos mundos totalmente
distintos al suyo.
-Oh, ¿entonces es eso lo
que ha decidido? ¿Y dónde tengo que ir?
-Puede escoger. Observa
los cuadros y decida qué desea investigar.
-Es un detalle que me
dejen elegir.
Estuvieron paseando por
aquel pasillo bastante tiempo, incluso llegaron a ver dos almas más que
decidieron antes que ella y entraron por aquellas puertas. Al final se detuvo ante uno de los cuadros.
Se había detenido ante aquel varias veces para captar todos los matices de
aquel mundo. Era de lo más interesante, lleno de colores, parecía que el cuadro
mismo estuviera vivo.
Era un paisaje de bosque,
lleno de vegetación con todos los colores existentes y más. Flores de distintas
formas, árboles grandes... quizá era el paisaje más similar a lo que ella
conocía, aunque las formas fueran distintas. Lo que más le interesaba era la
figura central, un árbol suspendido en el cielo. Tenía un gran follaje verde
mezclado con frutos rojos y lianas rosadas y amarillas, un tronco fuerte lleno
de nudos y unas raíces en forma de pirámide invertida que sostenían un pequeño
pedazo de tierra.
Era empezar por algo
similar a lo conocido, pero con una diferencia notable. Había dudado en ir a un mundo que parecía
encontrarse entre las nubes, pero sobre zonas como aquella se habían hecho
muchas teorías. Prefería algo más sencillo.
-Me quiero quedar en
este.
-Buena elección, puerta
treinta -dos, vayamos.
La puerta no se
encontraba muy lejos, y al abrirla se encontraron con una sala de espera, tenía
algunos sillones que parecían cómodos y una mesa en el centro con varios libros
y otros medios de comunicación. Ahí había un alma joven, un muchacho sentado
mirando revistas de viaje.
-Siéntese, cuando sea el
turno del renacer de su alma en este nuevo mundo será llamada y prepara.
Mientras puede descansar haciendo lo que le plazca, si tiene alguna necesidad
tan solo debe pedirla.
El becario cerró la
puerta tras salir y ahí se quedó, esperando de nuevo. Se sentó y decidió mirar
alguna revista, que por lo visto trataba del mundo en el que iba a vivir.
No sabía cuánto tiempo
llevaba cuando fueron a buscarla. La acompañaron a otra sala con luces apagadas
y le pidieron que se sentará en unos cojines con los ojos cerrados. Obedeció
sin preguntar mucho, sentía curiosidad.
Al poco la invadió una
gran sensación de paz. Estaba a gusto y tranquila, se sentía descansada y
mantenía la mente en blanco. Empezó a escuchar voces amortiguadas, y al poco
llegó a distinguirlas. Aunque la sensación de paz persistía en todo momento,
llegó un punto donde se encontraba apretada, algo que le sorprendió. Quería
salir de ahí, de donde se encontrará, pues ya no tenía muy claro donde estaba.
Con esfuerzo y ayuda
salió al exterior llorando por mil sensaciones que invadían. Tenía frío,
alguien estaba tirando de ella cruelmente, pero la peor sensación de todas era
la de sus pulmones. Por un momento sintió que no podía respirar, luego, sin
darse cuenta vio que estaba en ello.
- Aquí tienen a su
preciosa niña, está completamente sana por lo que se puede observar.
Aquella era una voz
desconocida, pero no tardó en escuchar aquellas voces que la habían acompañado
durante mucho tiempo, y que estarían a su lado al largo de aquella nueva vida.
Su mente entonces, empezó a registrar lo que veía, olía, tocaba...todo empezaba
de nuevo.